Es común oír que casi toda la Tierra estuvo cubierta por los océanos, pero pocos saben que en lugares tan áridos como el desierto del Sáhara nadaron un día hasta las ballenas. Sus esqueletos, fosilizados, son la prueba palpable. Tienen nada menos que 40 millones de años.




El desierto y los fósiles, conservados durante milenios en el secreto que garantiza la arena, se han convertido en una atracción turística más de Egipto, si bien dista mucho de tener la popularidad de las ruinas faraónicas o de los corales del Mar Rojo.


Los esqueletos de las ballenas no son el único vestigio del Eoceno, también pueden verse manglares fosilizados, que fueron los que permitieron que hubiera una fauna tan rica en las orillas del Mar de Tethis, el enorme océano que cubría gran parte de lo que hoy es desierto.

Las ballenas del Wadi al Hitan fueron descubiertas a principios del siglo XX y bautizadas como “Zeugledon”, aunque más tarde se establecieron en realidad cuatro especies distintas de estos cetáceos, la mayor de ellas de hasta 21 metros de longitud.

Lo más curioso desde el punto de vista científico es que a través de sus esqueletos se ha confirmado que estas ballenas poseían pequeñas patas que sobresalían apenas del vientre y que demuestran que estos mamíferos descendían en realidad de antepasados terrestres.
Cuando la tierra fue cubierta por las aguas, las ballenas sencillamente adaptaron su cuerpo y perdieron poco a poco unas patas que ya no tenían ninguna función.
Luego, cuando las aguas se retiraron hasta el Mediterráneo y su hábitat se transformó en desierto, ya era demasiado tarde: las ballenas quedaron varadas entre las arenas del Sáhara y esta vez sólo pudieron convertirse en fósiles.

Les dejo el enlace de un documento en formato pdf sobre Wadi Al-Hitan (Whale Valley). Pueden descargar la versión en inglés o francés. Disfruten de sus 24 páginas.