



Roberto vive en West Lafayette, Indiana (EE.UU), con su madre y dos

Los familiares de los enfermos de CIPA saben que el mundo sin dolor es un infierno. Si no los vigilan de cerca, los niños se automutilan a la menor ocasión. A Roberto tuvieron que extraerle todos los dientes de leche porque se arrancaba trozos de su propia lengua. También se ha dañado las manos y le tienen que alimentar a través de un tubo estomacal. Al no distinguir entre frío y calor, una comida demasiado caliente le podría abrasar.
Afortunadamente la CIPA es una enfermedad extremadamente rara y solo la sufren muy pocas personas en el mundo. Aún así, es un buen recordatorio de lo poco que duraríamos en este mundo si no dispusiéramos de un mecanismo de aviso tan complejo e intrigante como el dolor.
Otro caso es el de Ashlyn, que tiene 8 años y vive en Patterson, al sur de Georgia (EE.UU.). John y Tara Blocker, sus padres, se enteraron de que padecía CIPA cuando la llevaron al médico, a los 8 meses porque tenía un ojo hinchado. Tenía una herida notable en la córnea pero no lloraba.
CIPA es una enfermedad tan rara que sólo hay 17 casos documentados en los EE.UU. Japón tiene la única asociación de pacientes con esta enfermedad del mundo e incluye 67 miembros.

Les he puesto el video en castellano, pero pueden ver otros dos vídeos en inglés (1 y 2).

Les he puesto el video en castellano, pero pueden ver otros dos vídeos en inglés (1 y 2).
Además, Roberto Salazar tiene una web de ayuda: Help Roberto. No dejen de visitarla.