

El matemático ruso Gregori Grisha Perelman, considerado como uno de los hombres más inteligentes de nuestro tiempo, asombró al mundo académico al afirmar haber resuelto uno de los problemas más difíciles de las matemáticas y presente en la lista de Clay, el Teorema de Poincaré (1904).
En 1994, Perelman abandonó todo para encerrarse durante ocho años en el Instituto de Matemáticas Steklov de San Petersburgo con la conjetura de Poincaré. Ocho años después presentó la resolución a la conjetura. Tras la exposición obligatoria de dos años para que la comunidad matemática analizara la respuesta, nadie consiguió ver fallo alguno en la resolución, por lo que se dio por válida y confirmada.


Cuando se reconoció la veracidad del trabajo de Perelman, se le otorgó la Medalla Fields en el m

Insólitamente, también rechazó el premio del millón de dólares cuestionando la capacidad de los jueces para ratificar su solución al problema ya que, según comunicó, ninguno de ellos era capaz de comprenderlo. Semejante suma no fue suficientemente tentadora para que el ruso aceptase la medalla Fields, el Nobel de las matemáticas. Ni siquiera se presentó al evento presidido por S.M. el Rey Don Juan Carlos I.
Gregori Grisha Perelman, un genio con muchas posibilidades de convertirse en el matemático mejor pagado de la Historia y en uno de los matemáticos más importantes del milenio, desapareció repentinamente de la vida académica y social después de haber rechazado el sustancioso galardón y su reconocimiento universal.
Desde entonces desapareció del panorama público y su vida es un misterio. Se sabe que ahora, después de hacer semejante trabajo, Perelman vive solo con su madre, aislado y en soledad. Y es de esperarse, ¿quién podría socializar con un hombre cuyo nivel está muy por encima del nuestro? Gregori Perelman comprende y habla un lenguaje especial, pero no encuentra interlocutor con el que pueda entenderse. Sin embargo, no queda menos que admirar el trabajo tan sobresaliente que ha hecho.

Desde entonces desapareció del panorama público y su vida es un misterio. Se sabe que ahora, después de hacer semejante trabajo, Perelman vive solo con su madre, aislado y en soledad. Y es de esperarse, ¿quién podría socializar con un hombre cuyo nivel está muy por encima del nuestro? Gregori Perelman comprende y habla un lenguaje especial, pero no encuentra interlocutor con el que pueda entenderse. Sin embargo, no queda menos que admirar el trabajo tan sobresaliente que ha hecho.