
Según publica el Telegraph, tras un accidente banal en su adolescencia, Dedé, que ahora tiene 35 años, observó cómo de su cuerpo empezaban a brotar unas extrañas raíces, como si de un árbol se tratara.
Su vida quedó truncada ya que no podía llevar a cabo las tareas domésticas, dejó de trabajar y fue abandonado por su mujer, viéndose obligado a educar a sus dos hijos inmerso en la pobreza. Durante años la única fuente de ingresos que ha tenido ha sido exponerse a los turistas como una atracción de feria a cambio de unas pocas monedas.



El problema es que Dede tiene un extraño defecto genético en su sistema inmunológico por el que su cuerpo no desarrolla las defensas ante el virus. "La probabilidad de tener su deficiencia es menos de una entre un millón", reconocía el doctor Gaspari.
"En seis meses, podrá vivir una vida más normal", asegura el doctor. Gaspari ha dejado claro que su cuerpo no volverá a ser como antes, pero que sí podrá usar las manos. Sin embargo el Gobierno Indonesio no lo deja salir del país y viajar a Estados Unidos a recibir el tratamiento.
Finalmente Dedé fue intervenido, el pasado mes de octubre, en el Hasan Sadikin Hospital de Bandung, en Indonesia y los cirujanos han conseguido extirparle el 75% de las verrugas en cuatro intervenciones quirúrgicas. En la primera intervención le extirparon 5 kilos de verrugas en las manos. Posteriormente le limpiaron los hombros, los brazos y el abdomen. En una tercera intervención fueron saneados su cabeza, cuello, piernas y espalda. Finalmente, y tras extirparle 2 kilos de verrugas en los pies, pudo calzarse sus sandalias, cosa que para Dedé fue un sueño.

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