Al contrario de los que vemos en las películas, la búsqueda de vida extraterrestre suele consistir en una tediosa y repetitiva lectura de datos sin mayor relevancia. Sin embargo, una noche de junio de 1997 los científicos del radiotelescopio de Green Bank, en West Virginia, recibieron una señal que sobresalía notablemente de las demás.
La señal era tan potente, y parecía tan auténtica, que muchos de los miembros del programa Phoenix empezaron a pensar que la larga búsqueda había dado frutos. Rápidamente, los científicos pusieron en marcha el protocolo de comprobación y desviaron la antena hacia otro punto del cielo, pero cuando volvieron a apuntar la señal seguía allí. Una ola de euforia sacudió a los miembros de la SETI, incluida su directora, Jill Tarter: estaban convencidos de que la señal procedía del espacio profundo.
Para comprender lo que ocurrió es mejor que vean el vídeo adjunto:
Para comprender lo que ocurrió es mejor que vean el vídeo adjunto:
Efectivamente, el objeto que desató aquella noche todas las alarmas fue un satélite de investigación. Concretamente el SOHO, un satélite de observación solar enviado al espacio en 1995. Pero el episodio, sobre el que apenas hay documentación en Internet, tiene algunos detalles no menos interesantes.
Según confiesa el entonces director del programa en Mountain View, Seth Shostak, a pesar del secretismo y todas las barreras de seguridad, la noticia llegó a oídos de algunos periodistas en menos de doce horas y estuvo a punto de saltar a la primera página de un gran diario estadounidense. En concreto, a la portada de The New York Times, uno de cuyos reporteros estuvo al teléfono con el propio Shostak durante horas.
Afortunadamente, el periodista tuvo la suficiente paciencia como para esperar la confirmación de vida inteligente fuera de nuestro planeta y, por una vez, dejó que la realidad le estropeara una buena noticia.