jueves, 17 de diciembre de 2009

El peso del alma

Son muchos los filósofos que han tratado de encontrar una explicación para el alma y la mayor parte de ellos han llegado a la misma conclusión que promulga la Iglesia: convivimos con ella hasta el momento de nuestra muerte en el que se supone que el alma queda liberada del cuerpo.

Basándose en esta premisa, en 1907, el médico estadounidense Duncan McDougall (de Haverhill, Massachusetts) trató de averiguar físicamente si era cierto y se apoyó para confirmarlo en una determinada pérdida de peso en el momento de la muerte, en otras palabras, intentó pesar -literalmente- un alma.

Diseñó e hizo construir una “cama-balanza” que fuera “sensible al peso de un pelo” (sic). Debió ser difícil encontrar candidatos para probar este dispositivo, sin embargo, durante ese año reclutó a seis moribundos (cuatro de tuberculosis, uno de diabetes y el sexto de causas no especificadas).


Y así fue: los observó antes, durante y después del proceso de muerte. y midió escrupulosamente cada cambio de peso. El resultado parecía coincidir en cada caso: exactamente, 21,262 gramos era la diferencia entre el peso del cuerpo viviente y del cadáver.

O dicho en otras palabras, que el alma no sólo existía, tenía masa, sobre ella también actuaba la gravedad y pesaba lo mismo que una barrita de chocolate, un pincho de tortilla o un colibrí.

Depiction of Dante's Purgatory

Mac Dougall estaba tan entusiasmado con este asunto que repitió el experimento con 15 perros que, luego de muertos, no registraron la sustracción de los famosos 21 gramos (para el médico todo cuadraba: sin dudas, ésta era la prueba por excelencia de que los únicos que gozaban de alma eran los seres humanos).


La noticia se difundió y apareció el 11 de marzo de 1907 en la página 5 del New York Times (bajo el título, “Soul Has Weight, Physician Thinks” ) antes de que la revista American Medicine aceptara publicar el estudio de Mac Dougall en su número de abril de ese año (el trabajo se llamó “Hypothesis concerning soul substance together with experimental evidence of the existence of such substance” ).

El Dr. Mac Dougall murió sin pena ni gloria en 1920. Su “evidencia experimental” consistió en sólo 6 pacientes, una muestra demasiado pequeña. Nunca precisó a qué se refería con “muerte” (si muerte cerebral, muerte celular, muerte legal, etc.) o si los famosos 21 gramos no se relacionaban, en verdad, con el sudor, el cese de la respiración, la coagulación de la sangre, el vaciamiento de los pulmones (el último aliento) o, lisa y llanamente, que la cama-balanza andaba mal.


Salvo un dudoso médico alemán, un tal Becker Mertens de Dresden, quien dijo el 8 de noviembre de 1988 a la revista Weekly World News que el alma humana pesa 0,009449055 gramos, ningún otro científico ha sacado el tema a estudio.

Me sorprende que físicamente el alma pueda ser tan liviana, con lo pesada que puede llegar a ser en nuestras conciencias...